N

0

“N”

Daniel Palacios

Del 23 de marzo al 12 de mayo de 2012

 

Sinfonía en clave de “N”. Entrevista a Daniel Palacios.

Por Johanna Caplliure

 N, o ese número impreciso de veces que se repite una acción, se conforma como un estudio de la percepción del paso del tiempo a través del sometimiento de los cuerpos, los materiales y los objetos a una serie de iterativos movimientos que reconfiguran a estos mismos. Los proyectos de Daniel Palacios oscilan entre la obsesión por el registro cuidadoso de los efectos del paso del tiempo en la realidad sensible y la visualización subjetiva de estos.

 

Para comenzar me gustaría que nos relataras de manera sucinta cómo te sitúas ante la encrucijada de la obsesiva objetividad del dato y la subjetividad de la experiencia.

Soy principalmente visual, recuerdo imágenes, pero mi memoria me miente constantemente y con el paso del tiempo esas imágenes pasan de ser una realidad a un recuerdo alterado en el que la imagen se conforma más como me gusta recordarla que como sucedió en realidad.

Recientemente he empezado a trabajar con datos, en tanto que estos se mantienen constantes a lo largo del tiempo, sin embargo hoy puedo interpretar ese valor de una forma y mañana de otra muy diferente -es una cuestión personal y muy subjetiva. Su visualización cambiará, pero el valor siempre será el mismo -un cinco siempre será un cinco independientemente de cómo se represente-; el signo siempre se mantendrá fiel al dato que le da forma en el mundo real. De ahí que a la hora de elegir la representación de esa información juegue más con la subjetividad que con la precisión, alejándome de un gráfico estadístico y acercándome a la visualización de una experiencia.

Tras los resultados obtenidos en tu investigación para N, ¿podrías explicarnos de qué manera se nos ofrece esa sinfonía mecánica, ese juego de iteración en los objetos que has escogido?

En este caso, al ser una cadena de producción, todos los pasos están enlazados dependiendo uno del otro. Por ejemplo, si en una máquina se cortan mil piezas al día, y la siguiente ha de hacerle tres troqueles, esta última hará su función tres mil veces cada día. Para trabajar con esos números no necesito estar presente, ni tan siquiera colocar sensores que me faciliten obtener información simultáneamente en diferentes puntos de la cadena, una conversación con la gerencia de la fábrica me valdría para obtener los números; nada más lejos de la experiencia real.

Es por eso que en este caso no me centro en la cantidad de veces que sucede una acción, sino en los efectos de esta. Tal vez aquella máquina que hace su función tres mil veces “sufre” menos que la que la realiza mil, necesitando esta última un mantenimiento más a menudo para poder seguir realizando su trabajo; el tiempo les afecta de forma diferente y es ahí donde este se deja ver.

 

La precisión en la captura del dato te ha hecho recurrir a apoyarte en la tecnología y técnicas avanzadas en tus proyectos. Sin embargo, frente a la posible idea de una fría precisión mecánica, tus trabajos tratan la máquina con un cierto aire “romántico” e incluso íntimo en cuanto esta se impregna de los afectos de los usuarios. ¿Qué experiencia relacional tienes actualmente con las “máquinas”? ¿Y cuál es la que quieres mostrar en N?

Habrás visto en Ikea la máquina de stress físico para comprobar la durabilidad de sus sofás. Es una máquina que simula la presión ejercida por una persona al sentarse, es una forma “rápida” de ver cuántas miles de iteraciones son necesarias para que el sofá empiece a mostrar desgaste. Es una forma de definir la vida útil de ese sofá en cuestión, haciendo una conversión de cantidad de veces realizado el movimiento a cantidad de años de vida útil en una casa de un uso estándar. En definitiva, una forma de medir el tiempo antes de que suceda. Sin embargo, siempre que veo esa máquina no me pregunto cuánto resistirá el sofá, sino cuántos cientos de miles de veces la máquina realizará ese mismo movimiento antes de mostrar ella misma los efectos del paso del tiempo.

Centrarte únicamente en la función te hace omitir muchos matices. Prefiero tratar de ver la imagen completa: qué es lo que pasa en torno suya y cómo pasa, qué relación tiene la gente con ella, cómo la trata y cómo eso se refleja en ellos. No se trata de humanizar las máquinas, pero tampoco que ellas nos conviertan en androides.

 

En esta ocasión, y con motivo del acercamiento a la Fabrica 67 y a Mustang Art  Gallery, utilizas el cuero como conexión entre los distintos elementos que componen N. Tu interés por la parte más sensual de los materiales, aquella que parte del quehacer manual y es dirigida a los sentidos, puede ser observada en el cuidado que otorgas en la producción de tus proyectos, a veces muy cercanos a la creación de objetos. ¿Cómo has planteado ese paso del registro de datos a las imágenes producidas para N?

Aunque trabajo con cifras exactas, considero que mi trabajo no es hacer gráficas de datos, sino visualizaciones subjetivas cuya veracidad provenga de la sensación que te ofrecen más que de la exactitud respecto al dato del que hacen referencia.

La fotografía, si bien está considerada como fiel a la realidad, ofrece gran cantidad de mecanismos para añadir una carga emocional a la imagen, desde el punto de vista y la lente elegida hasta el procesado del color. Es por esto que me pareció más interesante trabajar principalmente con fotografía a la hora de registrar lo que sucede en la fábrica. Fotografía macro que revele los detalles de las máquinas, pero sin mostrar las máquinas en sí; trabajando la iluminación como retratos y dándole el protagonismo a la textura de sus superficies.

El cuero como bien dices es el nexo de toda la exposición. No solo la máquina que trabaja el cuero repite su función una y otra vez, el operario se vuelve en parte máquina: memoriza movimientos y los ejecuta con ella de la forma más eficiente hasta el punto de convertirse estos en un reflejo. Su cuerpo, con el tiempo, al igual que la máquina, muestra los efectos de este movimiento mecánico. De ahí la razón de que haya incluido en la exposición imágenes de fragmentos de cuerpos, centrándome en las calidades de la piel, dándoles el mismo tratamiento que a las máquinas.

A nivel práctico, por un lado, me encuentro ante un exceso de material: tras las sesiones de fotografía en la fábrica y el estudio tenía en torno al millar de imágenes. Y por otro lado, a nivel creativo, muchas de estas imágenes decían más al mostrarlas en una composición.  Por lo que independientemente de que algunas de ellas estén presentes en la sala, el corpus principal de todo el proyecto se conformará en un libro fotográfico, el cual me da más espacio con el que trabajar.

 

Tanto en la exposición como en el libro introduces una serie de imágenes generadas por ordenador, una serie de dibujos digitales de células. ¿Qué rol desarrollan estas células en N junto al resto de imágenes de cuerpos, máquinas, cuero?

Se trata de un “extra” que me ofrece el utilizar un libro como soporte, puesto que me posibilita matizar creando una sobrecubierta diferente para cada ejemplar, otorgándole su propia piel. Para ello se desarrolló un software que mediante iteraciones y leyes físicas generase la evolución de una estructura celular. Realmente estoy utilizando las mismas ideas sobre tiempo, repetición y cambio que sustentan toda la exposición transcritas a código informático. Estas imágenes similares al craquelado de la piel recubren el libro y también pueden verse en la sala.

Para los dibujos que se muestran en la sala he tratado de mantener la sensación de la precisión de una máquina, pero con la ejecución de un humano, a la vez que se deja constancia del tiempo en tanto a la repetición. De esta forma, más que exhibir los dibujos en sí, lo que me interesaba era mostrar la evolución de estos mientras se están generando, señalando las partes que permanecen inalteradas durante parte del proceso en contraste con las que muestran grandes cambios. Esto, que en una impresión estándar pasaría desapercibido, aquí queda remarcado por el hecho de que los dibujos dan la impresión de estar realizados a mano, pues están realizados con bolígrafo, lo cual hace plantearse la cantidad de tiempo que ha destinado la mano que los ha ejecutado una y otra vez con tal precisión durante toda la secuencia.