EL LUCHADOR
SAUL SELLES
21 de Noviembre al 14 de Diciembre de 2014
Ganador IV beca púenting.
Deslizarse, magullarse, fracasar triunfando.
Por Marisol Salanova
Los comienzos del pole dance o danza en barra están vinculados al erotismo y la imagen de club nocturno pasado de rosca sin embargo esta práctica cada vez más reconocida incluye movimientos que implican una gran cantidad de fuerza y habilidad. Se trata de un género tan poco desdeñable que reputados acróbatas, por ejemplo los del Cirque du Soleil, lo consideran un arte escénico. En este contexto, o sea, en pleno auge de su popularidad sobre todo entre mujeres que lo incorporan a los gimnasios para ver sus cuerpos tonificados cual estrellas del pop, Saúl Sellés (Cocentaina, 1986) realiza una propuesta subversiva y arriesgada. El artista adquiere la técnica y la utiliza como hilo conductor para hablarnos del esfuerzo, la lucha y la constante amenaza de fracaso frente a la que se vive en el camino hacia el éxito dentro del mundo del arte, un destino a menudo inalcanzable.
No es la primera vez que Saúl Sellés traslada la tensión del deporte al arte contemporáneo. Su proyecto El luchador por el cual ha ganado la beca Puénting que conceden la sala ART MUSTANGy la Facultad de Bellas Artes de Altea, retoma la investigación que le llevó a realizar una serie de acciones en torno al ejercicio de barra en suspensión registradas en vídeo en 2012 e inspiradas en el espíritu del fracasado y el ansia por competir. Su interés por la anatomía y las proezas físicas recuerda a un temprano Matthew Barney que le sirve de referente. Ahora integra la parte seductora originariamente ligada al pole dance llevando a cabo una serie de movimientos que expresan derroche de energía y sacrificio pero a la vez de sensualidad, una sensualidad reservada comúnmente al lenguaje corporal femenino subvirtiendo roles de género.
En la línea de una práctica desde el inicio vinculada a la feminidad y al espectáculo de striptease de mujeres encontramos contrapuesto el viril deporte del boxeo, que el artista conjuga con irónica armonía en una instalación que articula un discurso sobre la competición y la tensión que genera la práctica de cualquier deporte, metáfora deportiva del trabajo artístico. Llevando su cuerpo al límite Sellés interpreta a un boxeador que lucha por demostrar su valía de un peculiar modo coreográfico. “Se mueve como una mariposa pero pica como una abeja”, dijo una vez un asistente del incombustible Muhammad Ali refiriéndose a él, considerado el mejor boxeador de todos los tiempos. La frase se repitió hasta la saciedad describiendo al campeón de los pesos pesados de una manera que bien podría ilustrar la idea de Sellés.
El artista establece un claro paralelismo entre boxeo y arte. Cinco sacos de boxeo a tamaño real aparecen expuestos con solemnidad en una cuidada y reluciente polipiel. Banderas, imágenes que dibujan cuervos, escorpiones, dragones, seres que simbolizan la fuerza con una estética preciosista pueblan la instalación que pone énfasis en mostrar el proceso que ha conllevado la producción del proyecto. Para materializar su visión tuvo que aprender él mismo a bailar en barra durante meses, llegando a competir oficialmente, para lo que diseñó su propia vestimenta también expuesta, e incluso a ganar el tercer premio en el Campeonato Nacional de Pole Dance Style, la copa de España 2014.
Una vitrina recopila las medallas, los arneses, los trajes, imaginería del boxeo. Dos televisores apoyados en dos barras congelan el registro de una acción inaugural en la que el artista plantea tres rounds con diferentes tipos de ejercicios en los que retrata la figura del pederdor, la del fracasado en plena derrota y el magullado, blando o dolorido. La repetición, el ejercicio imposible, la derrota continua, representan ese estado de nunca sentirse satisfecho y sin embargo ganar… Porque intentar alcanzar la cúspide es ya una victoria. Vivimos en una sociedad que otorga todo al ganador y penaliza a quien se queda a las puertas del éxito, quizá El luchador nos invite a un cambio de paradigma.